La primera impresión que tuve con ella fue de miedo, misterio... Me acerqué, retrocedí dos pasos. Estuve observándola como ella me observaba a mí, me fijé en todos sus detalles mientras me
contaban su historia. Nos miremos fijamente durante, apenas unos segundos, mientras ella estaba desnuda, nos odiemos con tanta fuerza que ni yo la quería, ni ella me quería, aún así el amor
era demasiado fuerte entre ambos. Me dí la vuelta, salí de ese lugar del que ella gritaba.
Nos vimos más tarde, yo iba con mi uniforme, ella ya vestía. De nuevo giré alrededor de ella, una o dos vueltas, no lo recuerdo. La acaricié durante, almenos, una de esas vueltas. La miré y
ya no volvió a gritar. Entre tanta mirada, la otra, me miraba con cierta depresión, descontenta; la noté, quizás, un tanto recelosa.
Llegó la hora, emprendí mi montura y salimos a dar un paseo, un breve, pero lago paseo. Tras apenas 8 minutos volvimos al lugar de partida. La dejé en manos del que era su "padre". Al cabo de
un rato, de nuevo, volvimos a dar otro paseo, esta vez más largo, más llamativo. Me presenté a ella, y ella se presentó a mí. En ese momento ambos cogimos fuerza y comencemos a correr
contentos. Paremos repentinamente, no se encontraba agusto, algo fallaba en su interior. La besé y se calmó. Anocheció y hubo algo que nos unió para un periodo largo de tiempo.
Quizá ella sea mi destino o quizá ella me ayude a conseguirlo.
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